Cuestión de práctica. Así explican los profesionales de la
filatelia cómo diferenciar un sello falso de uno auténtico. Como muchas veces
es cuestión de haber visto y tocado muchos sellos, la mejor manera de exponerlo
es preguntándole a mi propio padre, Manuel Duplá, dueño de la filatelia del mismo
nombre. "La práctica te lo enseña - asegura este filatélico con más de 50
años de experiencia-. A simple vista se ve, aunque es difícil de explicar. Un sello
falso puede ser distinto por su aspecto, color, dentado, papel, goma, dibujo,
impresión...".
Con el paso de los años, y la evolución de las técnicas de reproducción,
¿es más fácil que haya falsificaciones? Para Manuel está claro: no resulta
sencillo: "Por ejemplo, es completamente imposible imitar un sello
grabado, con su relieve y sus rayitas. Es muy distinto al tacto, el tipo de
papel...". También los sellos realizados con reproducciones fotográficas son
distintos, ya que la fotografía reduce los espacios en blanco, con lo que no es
igual. "También son muy difíciles de imitar las tintas, la goma, que
generalmente es actual, distinta a las que se empleaban antes, que era arábiga".
En realidad, se trata de una colección de peculiaridades que hace que no sea fácil
falsificar. "Al final un sello falso es tan distinto de uno verdadero como
un huevo frito y uno a la plancha".
¿Qué puede hacer alguien que no sepa del tema pero desea
comprar un sello? "Yo recomiendo a mis clientes -dice Manuel- que nunca se
gasten más de 100 o 150 euros en un sello que admita dudas sin tener un certificado
de autenticidad". O sea, acudir a un
buen profesional cualificado que emita un documento. Para ello, hay buenos comités
de expertos, como el CEM -Comisión de Expertos de Madrid- y COMEX -Comisión de
Expertos Filatélicos, de Barcelona-, que cobran un porcentaje del valor de los
sellos. En el documento que expiden, no solo explican si los sellos son auténticos
sino que además detallan su estado de conservación.
A quien le apetezca investigar sobre el tema, hay muchos
trabajos publicados sobre las peculiaridades de los sellos falsos. En general
son trabajos monográficos.
Este libro de Luis Blas, del sello clásico, es muy
interesante. Se titula "Manual del experto en sellos de España
(1850-1900)", de la editorial Aguilar. Por desgracia, este libro está
descatalogado y solo puede encontrarse en el mercado de segunda mano.
Las anécdotas
En la actualidad casi no se conocen falsificaciones.
Antiguamente era mucho más frecuente. "A lo largo de los años, a nosotros claro
que nos han llegado sellos falsos. La mayor parte de las veces, los clientes
que vienen no tienen ni idea y cuando se enteran se llevan enormes
disgustos".
A veces se falsifica un sello de gran valor, como el famoso viaje
de Franco a Canarias, que verdadero cuesta sin numerar 6.000 euros según
catálogo. Otras veces, sin embargo, se imitan sellos de poco valor. Hubo una
falsificación bastante extendida de un sello de Joan Miró de 1981. Se hizo con
fines postales y no filatélicos, y de hecho llegó a circular. Un año más tarde
se desmonetizó por Correos. El sello, que se emitió con ocasión de los 100 años
del nacimiento de Picasso, reproducía un cuadro del pintor Joan Miró, y parece
ser que se introdujo por medio de engaños a distintos estancos.
Si
comparamos ambas imágenes, se puede ver que los colores son distintos: en el
falso (a la derecha) el negro es más oscuro y el azul y amarillo más claros que en el
verdadero. También las letras son distintas, si se miran con detenimiento.
Asimismo, el dentado es diferente y al tacto, el papel del sello falso
resultaba más delgado y más fácil de curvar y doblar. Por último, poniéndolos delante
de una lámpara de luz ultravioleta se observa que el sello verdadero es de un
suave color crema y para nada fosforescente mientras que el falso es totalmente
blanco y fosforescente.
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